lunes, 11 de junio de 2012

Un llamado bajo la lluvia

     El calor me estaba matando. Mi visión se nublaba, escuchaba cosas: gritos atroces, gemidos espectrales. Ya no sabía qué era real y qué era una alucinación. La lluvia quemaba contra mi piel. “¿Qué es eso?” me pregunté. Un pescado sazonado con hierbas aromáticas, mi favorito. Pero al probarlo había algo extraño, no parecía eso me provocaba nauseas.
     Sentía que algo me llamaba, como si fuera una voz, me llamaba sin decirme una palabra. Era un señor, o al menos eso esperaba yo que fuera. Estaba en la vereda de enfrente, en la oscuridad. No se veía mucho, pero se distinguía una galera.
     Comencé a cruzar la calle, resbalaba y me caí en un momento. El piso daba una ligera sensación de alivio, me sentía más tranquilo. Me hubiese encantado quedarme ahí, pero algo me impulsaba a seguir. No sabía si era el miedo de estar en la calle, mi propia curiosidad o una fuerza ajena, más poderosa que yo y que cualquier otro ser.
     Me levante y seguí caminando hasta que lo alcancé. O eso pensé yo, ahora estaba aun mas lejos y me murmuraba; sus ojos eran azules, pero tenían un brillo extraño que erizaba los pelos. Pero me seguía atrayendo, me hipnotizaba.
     De repente me encontré rodeado de oscuridad, no estaba más en la calle. Estaba solo y el cansancio me vencía. Asustado, decidí dormir, así que me acurruque en un rincón y me dormí. Desperté en el patio del vecino y volví a mi casa, esperando que todo hubiera sido una pesadilla de mi sonambulismo.