Sentía que algo
me llamaba, como si fuera una voz, me llamaba sin decirme una palabra. Era un
señor, o al menos eso esperaba yo que fuera. Estaba en la vereda de enfrente,
en la oscuridad. No se veía mucho, pero se distinguía una galera.
Comencé a cruzar
la calle, resbalaba y me caí en un momento. El piso daba una ligera sensación de
alivio, me sentía más tranquilo. Me hubiese encantado quedarme ahí, pero algo
me impulsaba a seguir. No sabía si era el miedo de estar en la calle, mi propia
curiosidad o una fuerza ajena, más poderosa que yo y que cualquier otro ser.
Me levante y
seguí caminando hasta que lo alcancé. O eso pensé yo, ahora estaba aun mas
lejos y me murmuraba; sus ojos eran azules, pero tenían un brillo extraño que
erizaba los pelos. Pero me seguía atrayendo, me hipnotizaba.
De repente me encontré
rodeado de oscuridad, no estaba más en la calle. Estaba solo y el cansancio me
vencía. Asustado, decidí dormir, así que me acurruque en un rincón y me dormí. Desperté
en el patio del vecino y volví a mi casa, esperando que todo hubiera sido una
pesadilla de mi sonambulismo.